A veces escribo. A veces nomas me da por moler

A veces escribo. A veces, nomas me da por moler.

lunes, 25 de agosto de 2008

Pocas medallas olimpicas para Mexico en Beijing... que sorpresa

¿Qué me trajistes? (sic)
Me revienta que me pregunten eso. No por ser coda; hace una semana me gaste un buen trozo de mi legajo en chácharas y recuerditos para mis amigos y familia.
¿Notaron como me disculpe automáticamente?

Ese mismo día, mi suegra me pregunto que por qué los atletas mexicanos, aunque son buenos en competencias como los juegos panamericanos y tal; no ganan tantas medallas de oro como otros países.

Mi novio añadió su respuesta al total de las dudas aclarando que si Estados Unidos gana todas las medallas que le es posible, es por el “Sistema de recompensas” altamente efectivo y que depende casi exclusivamente del modo capitalista de producción y distribución. “Si eres bueno, te recompensaremos con más que suficiente para el resto de tu vida… pero tienes que anunciar tenis, cachuchas y sucaritas.”

Lo mismo ocurre con los atletas de la Ex Unión Soviética, China y otros países más o menos duchos en eso de sacar partido de una cara o un par de tetas.

En tiempos de la guerra fría, cuando el experimento socialista aun no se desinflaba; el sistema de recompensas estaba ligado al idealismo de sus camaradas, con suerte y conexiones, también se tendría asegurado un lugar en el escalafón burocrático.

Pero, y como me duele admitirlo, este sistema de recompensas no fue un efectivo o por lo menos duradero.

Muchas de las personas que con más fuerza criticaron el sistema social-comunista fueron atletas amargados que con todo y sus medallas de oro, siguieron viviendo en sus departamentitos de interés social hasta que, -drama del Reader’s Digest incluido-, se fueron a pastar a campos mas verdes (verde dólar).

Ejemplos sobran, no tiene caso repetirlos aquí.

Y también hay ejemplos de héroes olímpicos que se quedaron en sus países de origen; pero el “precio de su etiqueta” fue el precio de la tienda del pueblo.

Los ideales patrióticos o de clase fueron más fuertes que los ideales individuales para estos pocos renegados de la supuesta condición egoísta del hombre.

El patriotismo encojonado, es como siempre en cuanto al individuo que compite, el elemento sorpresa dentro de esta y otras justas deportivas. Solo aquellos que no tienen una pizca de patrioteros, van y salen a ver que les depara el mundo de afuera, el del emigrante, el del ciudadano del mundo. Ideales aparte, y a veces destruidos. No debemos olvidar que todos tenemos una conciencia individual y otra colectiva.

Con tanto deportista expatriado, uno ya no sabe si dar fe de autenticidad o de plano ignorar los colores de la identidad, ya que estos colores pueden ir a dar a la cantaleta del racista empedernido.
Por lo menos ahora, ya que la cantaleta bicolor de la guerra fría esta en venta como curiosidad chistosa en alguna tienda de baratijas chinas. ¡Se acabo!
Etiquetas, etiquetas… al final de cuentas, las etiquetas no sirven sino para mostrar el precio al que le llegaron.
¿Cuánto cuestas? ¿Necesitas que te re-etiqueten? Prepárate para migrar a otro país, por que según la idiosincrasia mexicana, la vida no vale nada.

¿Cuál es el precio de ser un atleta mexicano?
Ya lo dijo Ana Guevara cuando anuncio su retiro amargado:
Estaba harta de llevar tanto colgajo.

"Ya es definitivo mi retiro del deporte en México, se contempló la posibilidad de participar independiente en los Juegos Olímpicos pero mi ilusión es participar por mi país... No me hacía participando en unos Juegos Olímpicos de blanco[1]

Aparentemente, gana más un burócrata a sueldo en el comité olímpico nacional, la federación nacional de atletismo o en la comisión nacional del deporte. Figuras opacas como Carlos Hermosillo y Mariano Lara viven mejor que un atleta. Hay más beneficios: boletos de avión en primera clase, cenas en los mejores restaurantes, suites presidenciales en hoteles de un chingo de estrellas, transporte de lujo, champú para el perro consentido, huitlacoche con caviar y condones con vibrador…[2]

Ana fue victima de su patriotismo. Quería representar a México, quería la llamada “Gloria Olímpica”. El reconocimiento público por su hazaña, mas que la satisfacción personal de saberse mas fuerte que el resto de los mortales.

La vida de Ana Guevara merece más tiempo y espacio, además de más conocimiento en ese tema, cosa que yo no tengo. Así que seguiré con la idiosincrasia de mis compatriotas.

Al futuro atleta le va peor en la escuela. Para que un atleta inicie su carrera, desde tiempos clásicos, debía ser escogido de entre la multitud de niños en el parvulario.
Pizcado a mano, cual jitomate de listón azul; este niño atleta seria el portador de la gloria olímpica que levantaría la moral de su estado de origen, en una republica basada en el sistema esclavista imperial.

Algo así le paso a Nadia Comaneci Por ejemplo. Lo mismo ocurre en Estados Unidos, donde los potenciales atletas de cualquier disciplina son escogidos desde preescolar para representar a sus escuelas y competir hasta que a alguno se le bote la canica.
La cultura de la competencia esta muy arraigada en el país vecino.

Pero al pequeño atleta mexicano le va del cocol una vez que es escogido para representar a su escuela.

Si el atleta tiene suficiente madurez emocional como para soportar el ostracismo y la alineación a la que los envidiosos le someterán, entonces podrá llevarse a casa una medallita de níquel y una dotación de cuadernos.

¿Becas alimenticias? Para eso hace falta ser pobre y si no eres pobre, a la chingada.
La clase media y trabajadora están muy desprotegidas, ni que decir de la clase campesina.
Por más que se diga, hay mas pruebas de vida extraterrestre, que pruebas de ayuda o subsidios en el campo mexicano o en comunidades indígenas.

En el catalogo de buenas intenciones que Tomas Mojarro se cansa de repetir, seguro esta la buena intención de poner a algún indígena a correr la maratón.

Mientras nuestra clase campesina siga emigrando a EUA, o a las grandes ciudades de México; y mientras siga sobreviviendo a punta de resistencia; no habrá maratonista Huichol o de la nomenclatura que se le antoje al lector, pasándose a los nigerianos por el arco del triunfo.

A eso súmele la familia del atleta.

Culturalmente nos caga la madre que alguien sea mejor que nosotros.
El que sea libre de pecado que arroje la primera piedra, pero es cierto.

No importa si pierdes. Si pierdes eres un pendejo y ya estuvo.
Pero si ganas, eres un pendejo con suerte. Y si dejas que abusen de ti, eres un pendejo al cual se le puede sacar una lana.

Como cualquier católico, al mexicano se le va la vida en pedir. Y muchos, como resultado de la frustración y el abuso histórico al que ha sido sometido el pueblo mexicano; si no obtienen lo que desean, arrebatan el objeto que desean a como de lugar. (Uca uca, el que lo encuentra se lo emboruca)

Ya sea el ladrón vulgar que te roba la cartera, o el secretario burócrata que ve como sacar provecho de un atleta. Todos los acomplejados ladrones son la misma cosa.

Eso si. Se nos va en renegar. En proponer buenas intenciones y excelentes estrategias.

Pero como en la fábula del gato y el ratoncito valiente, ¿Quién le va a poner el cascabel al gato? Ya sabemos quien es el malo, ya sabemos las caras y los nombres.
¿En serio?
A ver… ¿Quién es el gato?

No es cierto que sabemos quién es el verdadero gato:
¿El gobierno? No… el gobierno es una paparruchada republicana que no funciona en beneficio de la mayoría trabajadora. Pero que si funciona y muy bien para los que forman parte del círculo de la política.

¿La religión? Pues si, la religión es el opio de los pueblos, pero uno tiene su corazoncito y su fe bien puesta en la esperanza… la religión apesta, pero sigue siendo un gran negocio. Creer en Dios o en lo que sea, no tiene nada que ver con religión alguna. (pero si con la politica).
Religión y Política son parte de la cultura que hemos construido todos. Lo que los pobres hippies llamaron: “El sistema”.

Se me hace que como siempre, el gato es nuestra condición humana, que si no evoluciona por medio del aprendizaje, nomás no va a cosechar ni medallas, ni el fruto de la tierra.

Ese pequeño atleta que a los seis años será llevado de la mano por un entrenador implacable como el cubano Raúl Barreda, o como el legendario rumano Bela Karolyi, deberá pasar por barreras tremendas de sus complejos.

Deberá sobrevivir el abuso emocional de los que lo querrán ver caer.
Deberá ponerle el cascabel al gato, ese gato marrullero que es su propia conciencia, abarrotada de complejos y arquetipos pesados.

¿Será por eso que los mejores atletas del mundo, por lo menos los mas famosos, son expatriados?

Ir más fuerte, más alto y más rápido, implica dejar atrás mucho equipaje pesado. El cual seguramente esta lleno de baratijas para contentar a la familia y amigos que deberán aprender a quedarse atrás y a dejar de preguntarle al atleta: ¿Qué me trajistes eh?
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NOTAS:

[1] Palabras de Ana Guevara extraídas de la siguiente pagina de wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Ana_Gabriela_Guevara

[2] Está bien, me la jale a partir del jabón del perro consentido. Pero se vale hacer metáforas exageradas. ¿No?

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